Suecia amplia el músculo militar de la OTAN en el Báltico

Suecia amplia el músculo militar de la OTAN en el Báltico

Suecia pone fin, oficialmente, a más de dos siglos de neutralidad con su ingreso a la OTAN que se materializo en la sede de la organización militar, en Bruselas, con el simbólico izado de bandera. El país escandinavo pasa a ser el aliado número 32, casi un año después de la entrada de Finlandia. El proceso de adhesión, que se esperaba fuera por la vía rápida, se ha dilatado hasta 22 meses para Estocolmo, por las reticencias de Hungría y Turquía.

La entrada de Suecia supone, de facto, el control de la OTAN de la región nórdica. La alianza militar posee ahora, casi al completo, el dominio del mar Báltico, que muchos han bautizado ya como el «lago de la OTAN». Rusia se ha visto completamente rodeado por la alianza, que cuenta con la salida a estas aguas por San Petersburgo, en el golfo de Finlandia, y por el enclave ruso de Kaliningrado. El Báltico es un mar con poca profundidad y aguas turbias, por lo que no es fácil de navegar. Suecia, sin embargo, aporta el conocimiento y la tecnología necesaria para ello.

El país nórdico cuenta, además, con la isla de Gotland, un enclave estratégico en el Báltico. Suecia es una potencia militar en alza. Tras el colapso de la Unión Soviética, Estocolmo redujo notablemente el tamaño tanto de sus fuerzas terrestres como de sus fuerzas navales y aéreas. Sin embargo, desde 2014, con la invasión rusa de la península de Crimea y la guerra en el Donbás, Suecia comenzó a invertir cada vez más en defensa. La invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, acabó por apuntalar esta tendencia, coincidiendo, tres meses después, con su intención de pasar a formar parte de la Alianza Atlántica, junto con Finlandia.

A pesar de tener una población de tan solo diez millones de habitantes, el país invierte ya un 1,54 % de su producto interior bruto (PIB) en defensa. Suecia cuenta con una fuerte industria armamentística y abre las puertas a la Alianza a sus cazas supersónicos Gripen, fusiles sin retroceso Carl Gustav, armas antitanque AT4, submarinos Clase Gotland y misiles antibuque RBS15, entre otros.

El Ejército sueco, por su parte, cuenta con tan solo 25.000 soldados, aunque en aumento desde que se impuso el servicio militar obligatorio, en 2017. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), el presupuesto de defensa de Suecia para 2023 ascendió a 8.400 millones de euros. Anticipándose a su adhesión a la OTAN, que exige a los aliados una inversión del 2 % del PIB, Estocolmo anunció nuevas inversiones en defensa militar.

El primer ministro sueco viajó hasta Washington para entregar la documentación formal al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. «La OTAN es ahora más fuerte que nunca», aseguró el jefe de la diplomacia estadounidense. Una opinión compartida por el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, que destacó que el país nórdico cuenta con «unas fuerzas armadas capaces y una industria de la defensa de primera clase».

«La adhesión de hoy demuestra que la puerta de la OTAN sigue abierta y que toda nación tiene derecho a elegir su propio camino», recordó Stoltenberg. Este acto simbólico en Washington coincide, a su vez, con los ejercicios militares a gran escala que están teniendo lugar el norte de Europa, bautizados como ‘Respuesta Nórdica’ y en los que 20.000 efectivos de trece Ejércitos aliados escenifican un ataque en Noruega. Suecia, además, ya ha enviado a unos 800 soldados a Letonia, para participar en las mayores maniobras de la OTAN, desde el fin de la Guerra Fría, conocidas como ‘Steadfast Defender’ y centradas en la defensa del mar Báltico.

Con la integración de Suecia a la OTAN, la Federación Rusa suma una frontera de hasta 1.340 kilómetros con la organización militar. Moscú ya ha amenazado con «medidas políticas y técnico-militares» ante la nueva ampliación de la Alianza.

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