Por: Mariano García
Gracias al nuevo proyecto TX de la USAF para reemplazar sus entrenadores T-38 Talon, el futuro de la aeronáutica militar mexicana podría cambiar al contar con una aeronave que se adapte mucho mejor a las necesidades mexicanas.
Como ya lo hemos señalado en otras notas, el panorama que se vislumbraba a nivel industria era hasta hace unos meses, muy complicado, no solo para los presupuestos mexicanos, sino para las necesarias justificaciones políticas que permitirán en la siguiente década que México reemplace sus F-5E/F con una aeronave cuyas características se inclinen más hacia algo barato de operar, con un nivel tecnológico que no dispare costos y que aparte, no levante molestias en las oposiciones políticas. La realidad de lo que México parece buscar es la oportunidad de obtener una aeronave lo más inocua posible, simple en extremo, sin tecnologías “innecesariamente caras” que terminen inflando sus costos de compra, mantenimiento y operación. Hasta el 2015 eran muy pocas las aeronaves que cubrían que este perfil. Los mexicanos estábamos cazados con el Grippen y el F-16.
Las aeronaves que aparentaban ser una opción de reemplazo durante la década pasada, parecen convertirse ahora en espejismos. El F-16, que por mucho tiempo se mencionó como el reemplazo natural del F-5E es una aeronave que por sus costos de operación difícilmente podría volar en México, mientras que la aviación de caza no enfrente una verdadera amenaza que justifique su acción, por incómodo que sea, esta es una realidad, guste o no. De acuerdo con información pública de la SEDENA de 2015, la FAM gasta cerca de $2,500 dólares en una hora de vuelo de F-5E, mientras que un F-16 y un F-18 cuestan arriba de los $ 22,000 dólares en el mismo rubro. Con un simple reality check como este, ahora sabemos que lo del reemplazo natural nunca tuvo ningún sentido.
Las recientes versiones que, siguen sin tener ningún sustento oficial o lógico, y que hablan sobre la compra de 24 aviones F-16 son terriblemente preocupantes por su falta de documentación y seriedad, preocupante también es el enorme número de personas que creen la nota sin siquiera reflexionar en ella. Pero pensando que esta obscura información termine por alguna razón materializándose, sería un trágico retroceso para la aviación militar mexicana. El F-16 es una aeronave que está por cerrar su línea de producción y que aunque ha sido una de las mejores aeronaves de combate jamás construidas, con un record de combate envidiable, ha llegado al final de su vida como plataforma tecnológica.
Es importante hacer notar que si México estuviese cerrando un trato de compra por 24 de estas aeronaves, Lockheed Martin (LM), la USAF, el Departamento de Estado, el Congreso Norteamericano y la industria en general, ya lo habrían anunciado estruendosamente, porque un contrato BILLONARIO de compra por 24 aviones no es poca cosa; esta sería la nota del año para la industria aérea en Latinoamérica porque reviviría la línea de producción para LM. De modo que si esto resulta cierto, pese a que el presupuesto mexicano de defensa será recortado en 2017, esas 24 aeronaves, no pueden ser más que aviones usados, cartuchos quemados. Esto es una regresión a la ya probada y fallida fórmula de los años noventa de comprar equipo acabado.
Hace ya casi 10 años que estas prácticas de compra se han erradicado en la FAM ¿por qué volver a ellas? De seguirse este curso el futuro inmediato y medio para la aviación de caza en México es fácil de adivinar: La FAM se convertirá en un cementerio de aviones F-16 en menos de 6 años y esperamos que sólo sea de aviones. ¿Si enfrentamos dificultades para mantener volando diez aviones con costos realmente bajos, cómo pensamos que podremos mantener operando el doble de aeronaves, ocho veces más caras de operar? ¿No es acaso esto un pensamiento mágico?
Opciones
Este es el punto a dónde muchos dirán “deberíamos comprar aviones a Rusia” el lector tiene que enfrentar la realidad de que este es otro de los pensamientos mágicos que nublan el tema. Uno no simplemente va y compra aviones a Rusia, existe el tema del mantenimiento que especialmente en las aeronaves de origen ruso debe tenerse muy claro y cubierto porque ese nunca ha sido el fuerte de ellos. La realidad es que México no forma parte del mercado de influencia de Rusia.
Aceptemos el hecho de que los rusos simplemente no son competitivos en nuestro mercado, el cual está dominado y casi disputado entre Francia y Estados Unidos. Aparte, te pregunto lector ¿por qué habríamos de darle un contrato multimillonario a un país que no va a generar trabajo, inversión y conocimiento en nuestro país? Beechcraft sí lo hace, Boeing también al igual que Airbus.
Para aquellos que no lo sepan, tanto la FAM como la Armada han tenido malas experiencias con los acuerdos de mantenimientos de aeronaves rusa, desde el punto de vista de negocio, una razón más para entender que no estamos hablando de un proveedor que esté listo (y sea confiable) para competir, en México, contra LM, Boeing, Airbus Military, Northrop, etc. Por lo que la incorporación de aviones rusos en México sólo va a pasar cuando su industria ofrezca medios competitivos.
Las opciones resurgieron recientemente no porque a las firmas aeronáuticas les interesara llenar ese barato vació de mercado de aviones como el F-5, sino gracias al proyecto USAF TX que pese a venir con casi una década de retraso, ha puesto en la cartelera dos aviones nuevos de Boeing y Northrop, que competirán contra dos aviones ya existentes de LM/KAI y Raytheon/Leonardo/Yak. Digno de mención, aunque está fuera de ésta competencia, el Cessna Scorpion es otro elemento que se perfila como un avión al que México debería comenzar a analizar.
Es triste pero, tenemos que considerar que la aparición de estas aeronaves, desactiva la “necesidad” y la presión de la FAM y SEDENA de considerar una plataforma de mayores prestaciones como el Grippen, que sin duda es la aeronave que podría ser el ideal sustituto de los F-5 sin comprometer mucho los costos. Esta relativamente nueva constelación de aviones “simples” son algo que se acerca más a lo que creo es esa plataforma inocua y simple que se alinearía con los tibios cánones de los políticos mexicanos que no quieren arriesgar sus carreras políticas enfrentando acusaciones de rearme. Y al mismo tiempo se acomoda a las necesidades más básicas de la FAM de volver a tener un jet que les permita mantener sus actuales niveles de 95% de utilización de horas de vuelo para entrenamiento en jets, con una muy interesante capacidad de combate.
De igual modo a mi parecer, considero lejana la incorporación de dos tipos de aviones jet de combate; no percibo a la FAM complicándose por duplicado en ese sentido cuando ni siquiera se ha podido resolver ni un tipo de reemplazo. De este modo no considero que políticamente se pueda materializar la compra de un avión jet intermedio y otro de alto desempeño, no creo que en los políticos de México exista la capacidad de entendimiento ante un requerimiento doble y el apoyo hacia la FAM para lograrlo, volvemos a la realidad de defensa en México: No existe amenaza que lo justifique, más allá de un buen deseo y la teoría del “deber ser”. La realidad de nuestro país y sus políticos, creo que es otra.
Baso mi comentario en el retiro del T-33. Mucho se ha mencionado que la FAM aún tiene que reemplazarlo con otro jet, yo considero que ya no es una obligación, ni va muy de la mano con la “nueva” FAM que hemos visto resurgir desde 2006. Creo que la FAM actualmente ya no tiene como prioridad llenar ese espacio, porque ha comenzado a comportarse de modo más eficiente en el manejo de recursos financieros y técnicos. Pero si creo que podría analizarse la posibilidad de integrar el AT-6, como un escalón más fuerte entre los Texan, que por cierto, se acercan mucho a la definición de avión inocuo antes mencionada, así que para saber que avión cubrirá las 24 plazas propuestas para un interceptor en 2024, todavía hay camino por recorrer.
Méxicoaeroespacial ha preparado una serie de artículos que revisarán y analizarán las capacidades de estas aeronaves y sobre todo su potencial de integración a la FAM.
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