Crea el Politécnico un simulador de helicóptero Bell 412.
- Ciencia, Tecnología e Innovacion, Helicópteros, Historia Aeronautica
- marzo 9, 2017
Por Mariano García Rodríguez. La vida pasa en el Irak de los ochenta, son tiempos de guerra, es un domingo por la tarde pero no uno cualquiera, en el centro del país hay eco de cañones sordos y cortos de la antiaérea; los artilleros babilonios se han repuesto a la sorpresa, corren asustados y apenas preparados hacia sus baterías y ahora tiran con ferocidad en torno de un lugar llamado Al Tawaitha, localizado al sur de Bagdad. Sin embargo sus esfuerzos no sirven de mucho, los operadores de radar estaban comiendo y no tienen el tiempo para encender la estación que gobierna una batería de misiles SA-6 y la instalación que debían proteger está siendo golpeada una y otra vez; en este punto del combate ya no puede verse mucho a causa del humo y explosiones que abrazan la instalación y dentro de un muro escalonado hecho de tierra con la forma de herradura, todo es confusión. No hubo sirena ni alarma previa, sólo explosiones y luego el ruido de los aviones pasando. Arriba en el cielo, un par de ojos miran pasar las verdes curvas del Éufrates, algunos botes, un grupo de islotes y en ese momento una serie de datos en su HUD le indican que es momento de hacerse presente, jala su joystick, acelera y la punta del F-16 toma una elevación sostenida de 55°, 330 nudos a 4000 pies. Piloto y avión son uno, él sólo reporta sus movimientos mecánicamente y respira muy rápido, gime ocasionalmente. “suficiente elevación”, ahora se invierte para que las gravedades le sean favorables, vuela de cabeza se cruza con el sol, siente su calor, cierra los ojos un segundo y ahora lidia con 3G positivas y comienza a bajar su nariz. Después de un momento vuelve a invertir y se encuentra justo donde quería; el objetivo está ahí metiéndose en su parabrisas. La antiaérea empieza a hacerle incomoda al situación, “puede ser peor”. Ahora va en una picada de 30°, 470 nudos y esta a 7,800 pies, el objetivo esta a segundos de cruzar su retícula, la artillería no cesa. ¡Por fin! 5,500 pies suelta las bombas a 550 nudos, su computadora le marca el lugar dónde deberían caer con un círculo, otro avión más abajo se le cruza en dirección al este. Llega la explosión que solo es un destello rápido, rompe su descenso y gira muy fuerte a la izquierda, grita, se duele de la 8.3 gravedades que acaba de recibir, la alarma de pérdida suena, ahora está a nivel 3.0 y dirección noreste. Abajo la gente solo levanta sus cabezas confundida por el ruido de aviones, “Es Irán” dicen y un grupo señala un avión más que gira bruscamente al oeste, pero Irán no queda en esa dirección, los aviones ya no están y se pierden de vista sin que nadie tenga tiempo de creerlo o asimilarlo, la idea de momento es ridícula, pero Israel por fin ha destruido el programa nuclear de Saddam Hussein. Israel, neutralizado. Veinte kilómetros al sur de la capital Iraquí se encuentran los restos de lo que en un tiempo, fue el centro de investigación nuclear de Irak, se llamaba Al Tawaitha, sus antecedentes pueden rastrearse hasta 1956 cuando fue fundado sobre las bases técnicas que los Estados Unidos dieron a los científicos iraquíes a través del programa “átomos para la paz”, que consistía en desclasificar documentos del proyecto Manhattan y hacerlos públicos para que las naciones en desarrollo pudiesen iniciar programas nucleares y así fue como en 1962, comenzó la construcción del primer reactor iraquí de investigación mediante la ayuda proporcionada por la entonces Unión Soviética quien le vendió a Iraq un pequeño reactor de 2 MW IRT-5000, el cual alcanzó estado crítico en 1967 y que fue mejorado a 5 MW en 1978. En 1968 Iraq firmó el tratado de no proliferación nuclear, y continuó con sus investigaciones en la materia con muy poco financiamiento y casi dependiente de donaciones del exterior, sin embargo posterior a la toma del poder del partido Baath, en 1971 se iniciaron acercamientos secretos con catedráticos y físicos locales relacionados al proyecto y la comisión de Energía Atómica Iraquí, para que empezaran en secreto, lo quisiera o no, por órdenes del líder del partido y Vicepresidente Saddam Hussein a planear métodos que de manera clandestina y cobijados por el programa nuclear civil dieran paso a desarrollar capacidad táctica nuclear al país. Fue en el periodo entre 1972 y 1976 que el programa paso de ser un ambiguo y pobre plan de investigación a un proyecto grande en metas y financiamiento; los científicos habían trazado un plan en el que se debía adquirir uno o dos reactores para producir plutonio que aun bajo las normativas de la Agencia Atómica Internacional, que visitaría cada dos años las instalaciones, pudiese aparecer como meramente civil; el programa arrancó curiosamente con la firma de Hussein y no del presidente, a partir de ese momento el programa pertenecía a Saddam e incluso logró posicionar a uno de sus científicos dentro de la Agencia de Energía Atómica para que espiara y les mantuviese informados. En 1974, oficiales Iraquíes se dirigieron a Francia para negociar por segunda vez, (la primera fue infructuosa) un contrato por la compra, construcción y desarrollo de dos reactores, el primero de 40 MW nominales y posibles 70 MW que fue nombrado Tammuz-1 u Osiraq, al segundo reactor, de menor potencia: 800 KW se le bautizó “Tammuz-2”; obviamente este tipo de reactores por su potencia y nivel tecnológico, no eran propios para naciones con programas pacíficos o en un estado básico de investigación nuclear, algo que aparentemente paso inadvertido para todos los involucrados, sin embargo en septiembre de 1975 Saddam vuela a París y cierra el trato, que se finiquitaría hasta 1976 momento en el que Francia ya empezaba a tener serias dudas sobre lo que había hecho, tratando sin éxito, de mitigar el contrato. Italia se incorporaría al proyecto en 1979 a través de la compañía SNIA que
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