Por M. Garcia Hablar de temas aeronáuticos y de defensa siempre ha sido un reto, el principal problema es la dificultad para superar paradigmas populares pero incorrectos, que han sido perpetuados por numerosos factores, empecemos por el factor Top Gun, que sólo es una parte del problema. La noción hollywoodense del piloto como figura heroica determinante, con la tecnología como un mero accesorio narrativo, es fundamentalmente incorrecta. Gracias a estas películas, tenemos la absurda frase estrella que dice: “no es el avión, es el piloto”. Si esta premisa fuera cierta, no existirían los programas ni las inversiones multimillonarias destinadas a eliminar el factor más vulnerable de cualquier aeronave de combate: el piloto. La cruda realidad es que, desde inicios de la década de 1990, en el combate aéreo, la tecnología es absolutamente esencial y lamento decirlo, pero personas como Maverick serían impensables operando un caza moderno. La razón es simple, como se evidenció en los cielos de Cachemira en mayo de 2025: la guerra aérea moderna es cada vez más letal, tecnificada y automatizada para limitarla a los umbrales biológicos de una persona, por entrenada que este, y no parará ahí. Un desafío más, para quienes comunicamos temas de aviación radica en la influencia de la propaganda. En el caso del F-35 por un lado, en las redes sociales lo critican persistentemente, aunque con escaso impacto real. Por otro lado, en el ámbito operativo concreto, la aeronave apenas comienza a evidenciar no solo sus capacidades inherentes, sino una transformación mucho más profunda en las doctrinas de combate aéreo; siendo esta la razón que nos trae aquí y lo que nos introduce a los dos protagonistas de este análisis: el F-35 y el Gripen. La teoría que se presenta hoy constituye una interpretación personal y teórica de las transformaciones que creo estamos presenciando en el ámbito de los cazas de combate. Es crucial enfatizar que esta, no representa la postura oficial de ninguna nación, ejército, organización, institución o fabricante. Reemplazo sí, sucesor no. Sabemos que el F-35 se promovió como un avión que lo cambiaría todo con un proyecto titánico que entregaría versiones para tres diferentes servicios y numerosos aliados; y ahí comenzó toda la confusión con el avión. Y sí, el F-35 lo cambiaría todo, llevando las ideas de un pequeño e infravalorado avión europeo, al umbral de un cambio radical y revolucionario, pero no necesariamente por la ruta convencional que se pensaba. Para muchos, el F-35 se concibe como el reemplazo natural de los cazas de cuarta generación. Si bien, desde una perspectiva político-administrativa esto es cierto, consideramos que en este contexto tal vez se interpretó erróneamente el verdadero significado de “reemplazar”. La concepción fundamental del F-35 lo define principalmente como un caza de ataque con capacidades secundarias de superioridad aérea no como el sucesor del F-22. Por lo tanto, es preciso aclarar, que el Su-57 Felon no es el par del F-35; el Felon emerge con el objetivo de contrarrestar la dominancia del F-22 Raptor. El Raptor, sin lugar a dudas, aventajaría a los Su-30/35 en un enfrentamiento directo debido a la ausencia de capacidad furtiva en estos. La principal ventaja del Felon reside en su desarrollo más tardío, que le permite incorporar sistemas de fusión de sensores, lo cual representa una ventaja sobre el F-22 y una convergencia tecnológica hacia el F-35. Esta característica es una de las razones por las que se planea dotar al F-22 de capacidades similares y por la que se define al Felon más como un elemento disruptor de tácticas de red furtiva. Si bien este tema amerita un análisis aparte, era fundamental establecer esta distinción antes de proseguir. Como es habitual, la clave para la comprensión radica en la observación meticulosa que permita formular las preguntas correctas. A lo largo de este texto, plantearemos diversas cuestiones sobre la marcha. Iniciemos con las siguientes: ¿Cuál es la función y el propósito fundamental del F-35 y el Gripen? ¿Por qué el F-35 no manifiesta una superioridad en maniobrabilidad o potencia en comparación con los cazas de cuarta generación a los que supuestamente está destinado a reemplazar? ¿Implica esta aparente carencia un fracaso inherente al programa? Para comprender la trascendencia del F-35, es crucial referirnos al final de la Segunda Guerra Mundial, momento marcado por la aparición del Messerschmitt Me-262. Esta aeronave, al incorporar la propulsión a reacción, transformó la dinámica del combate aéreo de manera irreversible. El Me 262 obsolesció a los aviones de hélice en tareas de caza, a donde la velocidad emergió como el factor disruptor. En términos evolutivos se convirtieron en una subespecie que sobrevivió adaptándose a otros roles pero que nunca recuperó su lugar como los reyes del cielo. Ochenta años después, esta analogía resulta fundamental para comprender a las emergentes aeronaves de quinta y sexta generación y a un sui géneris: el Gripen. Sin embargo, en lugar de la propulsión a reacción, hoy identificamos que el factor disruptivo radica principalmente en la convergencia de cuatro diferentes aplicaciones tecnológicas: Software capaz de controlar y mejorar todo subsistema del avión, sin intervención humana Fusión de datos y sensores Maximización de capacidades Stealth Trabajo en red. Uso de flotillas aviones y drones Estos factores habilitan la capacidad de integrar la telemetría de todos los sensores y subsistemas de la aeronave para operar de forma sinérgica. Esto implica concebir la plataforma como un sensor independiente y de alta capacidad, capaz de escucharlo y verlo todo, sin ser detectado. Tradicionalmente si un avión necesita recolectar información éste apuntaba su radar más o menos en la dirección de su objetivo o recibía la información desde un AWACS, una ventaja que dentro de poco quedará relegada. Con la implementación de radares AESA con tratamientos especiales, Integrado con software avanzado y la interconectividad de elementos activos y pasivos distribuidos en la estructura del fuselaje, esta metodología resulta redundante. A este concepto se le conoce como «fusión de sensores». En esencia, la aeronave puede detectar cualquier estímulo electrónico y físico dentro de una envolvente de alta
READ MOREPor: José A. Quevedo El presidente de Estados Unidos anunció que la empresa aeronáutica Boeing construirá el futuro avión de combate de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), que según el Pentágono tendrá capacidades de sigilo y penetración que superan con creces las de su flota actual y es esencial en un posible conflicto con China. El presidente de Estados Unidos, junto con el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el general David Allvin, jefe de la Fuerza Aérea estadounidense, anunciaron la adjudicación del contrato para el desarrollo del caza tripulado a Boeing y su diseño F-47. El programa conocido como Dominio Aéreo de Próxima Generación (NGAD), constará de un avión tripulado que servirá como base de una flota de futuros drones diseñados para penetrar las defensas aéreas de China y cualquier otro enemigo potencial. El anuncio del contrato se produce tras meses de incertidumbre debido a las limitaciones presupuestarias y al cambio de prioridades, que llevaron a una pausa y una revisión detallada del programa. “Una versión experimental del avión ha estado volando en secreto durante casi cinco años y estamos seguros de que supera con creces las capacidades de cualquier otra nación”, declaró Trump al presentar el F-47. También indicó que el F-47 experimental lleva cinco años volando y que ciertas versiones podrían venderse a aliados de Estados Unidos. Boeing y Lockheed Martin, fueron los competidores por el contrato de desarrollo de ingeniería y fabricación, con un valor mínimo de 20 000 millones de dólares, al que seguirían cientos de miles de millones de dólares en pedidos durante su vigencia. Se espera que el coste de los cazas NGAD sea de unos 300 millones de dólares por avión. Una declaración del general Allvin fue publicada posteriormente en el sitio web de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en la que precisa detalles del programa. El contrato de la Plataforma de Dominio Aéreo de Próxima Generación (F-47) representa un avance monumental para asegurar la superioridad aérea de Estados Unidos durante las próximas décadas. Este contrato reafirma nuestro compromiso de mantener la posición de Estados Unidos como la Fuerza Aérea más dominante del mundo. Con el F-47, no solo estamos construyendo un caza más: estamos moldeando el futuro de la guerra y poniendo a nuestros enemigos sobre aviso. Esta plataforma será el caza más avanzado, letal y adaptable jamás desarrollado, diseñado para superar en velocidad, maniobrabilidad y potencia a cualquier adversario. A pesar de lo que afirmen nuestros adversarios, el F-47 es realmente el primer caza tripulado de sexta generación del mundo, construido para dominar al adversario más capaz y operar en los entornos de amenaza más peligrosos imaginables. Durante los últimos cinco años, los aviones X de esta aeronave han sentado discretamente las bases para el F-47: han volado cientos de horas, probado conceptos de vanguardia y demostrado que podemos superar los límites de la tecnología con confianza. Estas aeronaves experimentales han demostrado las innovaciones necesarias para perfeccionar las capacidades del F-47, lo que nos permitió saber que, al comprometernos con la construcción de este caza, estábamos haciendo la inversión correcta para Estados Unidos. Mientras nuestros aviones X volaban en la sombra, consolidábamos nuestro dominio aéreo: acelerábamos la tecnología, refinamos nuestros conceptos operativos y demostramos que podíamos desplegar esta capacidad más rápido que nunca. Además, el F-47 posee una madurez sin precedentes. Si bien el F-22 es actualmente el mejor caza de superioridad aérea del mundo, y su modernización lo hará aún mejor, el F-47 representa un salto generacional. La madurez del avión en esta fase del programa confirma su preparación para dominar el combate futuro. En comparación con el F-22, el F-47 costará menos y será más adaptable a futuras amenazas, además de contar con más F-47 en nuestro inventario. El F-47 tendrá un alcance significativamente mayor, un sigilo más avanzado, será más sostenible, tendrá mayor capacidad de mantenimiento y mayor disponibilidad que nuestros cazas de quinta generación. Esta plataforma está diseñada con una mentalidad de «construcción adaptable» y su despliegue requerirá considerablemente menos personal e infraestructura.
READ MORETal como ha sido la tónica en ediciones previas de FIDAE, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, USAF, nuevamente asistió a la feria con una amplia variedad de presentaciones. Esta vez el catálogo incluye a una de las novedades más destacadas de la muestra, como lo es la aeronave de combate más moderna del mundo, el F-35A Lightning II, el cual visitó por primera vez América Latina. A este se suman el caza F-22 Raptor, los Boeing B-52 Stratofortress, KC-135R Stratotanker y C-17 Globemaster III, además del KC-10 Extender y el MC-130H Combat Talon II. En particular, el F-35A Lightning II es el más reciente desarrollo de lo que se denomina combate invisible del aire, ya que integra tecnología para evadir el radar enemigo y modernos sistemas de defensa antimisiles. Además, puede lograr una velocidad que casi duplica la velocidad del sonido: 2.205 km/h (1,8 Mach). Por su parte, el F-22 Raptor es un avión que ha sido definido como uno de los más avanzados del mundo en cuanto a tecnología. Puede volar a velocidades aéreas supersónicas – más de 1,5 Mach – sin usar el postquemador, una característica identificada como supercrucero. También conocido como el bombardero más grande en servicio del orbe, el Boeing B-52 Stratofortress lleva seis décadas de servicio operativo y es primera vez que es parte de la exhibición estática de FIDAE. Tiene una envergadura de 185 pies, puede volar a altas velocidades y efectuar diversas misiones, tales como ataques estratégicos, apoyo aéreo cercano, interdicción y ofensivas aéreas, además de operaciones marítimas. En tanto, el KC-135R Stratotanker es un avión cisterna que exhibe en FIDAE sus modelos acondicionados para el reabastecimiento de combustible, mientras que el C-17 Globemaster III es un avión usado por la USAF como transporte estratégico de tropas, suministros o para cargas pesadas como un tanque M1 Abrams de 70 toneladas. La aeronave de reabastecimiento en vuelo KC-10 Extender, a su vez, asiste a aeronaves de la Fuerza Aérea, Armada y Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, además de fuerzas aliadas. Por último, el MC-130H Combat Talon II es un avión especial para misiones de infiltración, exfiltración y reabastecimiento de fuerzas de operaciones especiales y equipos en territorios hostiles. Fotos Sergio Caceres y Fidae
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