Un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) deportó a 80 migrantes a Guatemala el jueves, pero tuvo que evitar pasar por el espacio aéreo mexicano porque los sobrevuelos militares de Estados Unidos requieren de aviso previo con mayor anticipación de la que el gobierno de Trump puede proporcionar debido al acelerado ritmo de las deportaciones. El vuelo refleja además un papel creciente de las fuerzas armadas en la aplicación de las leyes de inmigración en Estados Unidos, ya que la administración Trump busca complementar el uso de vuelos chárter civiles por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). El vuelo desde Fort Bliss, una base del Ejército en El Paso, Texas, tomó más de seis horas, casi el doble de lo que tomaría una ruta directa, según un sitio web de seguimiento de vuelos. Evitar el espacio aéreo mexicano había sido rutinario para el ejército estadounidense incluso antes de que sus aviones comenzaran a ayudar con las deportaciones, dijo el viernes el Comando de Transporte del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Los vuelos militares sobre México necesitan obtener autorización diplomática con al menos una semana de anticipación, según TransCom, que dijo que está planificando y llevando a cabo vuelos de deportación en plazos mucho más cortos. El gobierno de Trump ha usado aeronaves militares para deportar a ciudadanos de Guatemala, Ecuador y Colombia. El gobierno mexicano dijo el jueves que nunca recibió una solicitud de Estados Unidos para permitir que el vuelo cruzara el espacio aéreo mexicano. El representante federal Henry Cuellar, un demócrata que representa a un distrito fronterizo de Texas, dijo que tiene sentido que otras naciones quieran un aviso previo de los sobrevuelos de la Fuerza Aérea. “Hay algunos países que no les gusta que aviones militares entren en su territorio”, dijo Cuellar. “Es algo que logísticamente tiene que acordarse con el país con anticipación, porque no quieres que un avión tenga que dar la vuelta en pleno vuelo”. El Pentágono comenzó a desplegar elementos en activo en la frontera la semana pasada, pero de momento no está claro hasta qué punto se desviarán de sus papeles de apoyo que han desempeñado bajo presidentes desde George W. Bush, incluida la vigilancia terrestre y aérea, la construcción de tramos de muro fronterizo y la reparación de vehículos. Una ley de 1878 prohíbe la participación militar en la aplicación de la ley civil, pero Trump y sus asesores han señalado que el presidente podría invocar poderes de guerra. En una orden ejecutiva emitida el día de su toma de posesión en la que declaró una emergencia en la frontera, el mandatario dijo que el Departamento de Defensa podría ayudar con la detención y traslado de migrantes, dos aspectos de alto costo. Trump ordenó el jueves que se utilice una base de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, Cuba, para detener a migrantes, asegurando que podría albergar hasta 30,000 personas. Esta medida prácticamente duplicaría la capacidad actual de detención del ICE.
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